Eduardo Lopardo, director Ejecutivo de Arcos Dorados Argentina, forma parte del grupo de los CEOs que desde comienzos de año está trabajando en un diagnóstico profundo sobre la realidad laboral en la Argentina y en el consenso de las propuestas que serán presentadas en el 60° Coloquio de IDEA.
En esta entrevista, el directivo nos adelanta su visión sobre el mercado del trabajo, las medidas que podrían impulsar el crecimiento del empleo formal y la visión de IDEA sobre las reformas laborales que impulsa el actual Gobierno de Javier Milei.
-¿Cómo analiza el mundo del trabajo en la Argentina?
-El mercado laboral privado en la Argentina básicamente se divide en tres tercios: un tercio privado registrado, un tercio no registrado y un tercio independiente. En los últimos años, lamentablemente, el empleo privado registrado está estancado. En la última década también ha crecido la informalidad.
Eso tampoco creemos que sea bueno porque, en general, los empleos informales tienen menor productividad, menor protección social y si uno considera que el 55% de los empleos informales hoy en la Argentina son pobres, realmente no es positivo. El empleo privado formal es el que tiene mayor productividad y el que impulsa en general el crecimiento económico en los países. Y la verdad, cuando uno mira el mercado laboral, de lo que se registra son empleos de menor calidad.
Estamos hablando del empleo público o el empleo independiente. El empleo independiente en los últimos 12 o 13 años ha crecido cerca de un 55% y el empleo público en sus tres estamentos, tanto municipal como provincial o nacional, ha crecido cerca de un 36%. Todos estos elementos nos ponen en un punto donde hemos perdido cierto dinamismo y la idea es poder volver a recuperarlo y en eso estamos trabajando.
-¿Cuáles son las limitaciones que llevaron a la economía argentina a no generar empleo privado?
-Primero, tiene que ver con la macroeconomía. Si hay una macroeconomía que no empuja, donde no hay crecimiento, es muy difícil pensar en crear puestos de trabajo. Pero cuando uno mira la economía argentina en un período largo, de más de 30 años, ha habido períodos de crecimiento y el empleo privado registrado ha mostrado límites en su crecimiento.
Eso nos muestra que hay otros elementos que han impedido el crecimiento de este tipo de empleo. Vemos que consistentemente la elasticidad del crecimiento del empleo con el PBI o con el crecimiento económico se ha ido reduciendo.
En realidad hay otros elementos. Entre ellos, la rigidez del marco laboral. Tenemos un marco laboral que es muy poco flexible en su regulación. Estamos dentro del 5% menos flexible en una lista de más de 140 países.
Tenemos un elevadísimo costo laboral no salarial. Tenemos también cierta imprevisibilidad en el costo de las indemnizaciones para el cese de una relación laboral. También el abuso de los juicios laborales, que en la última década realmente ha tomado más relevancia y la conflictividad sindical. Estos elementos que hacen que el mercado laboral, a pesar de que pueda tener una economía que crece, desincentivan la creación de empleo privado registrado.
-¿Qué se considera hoy como costos laborales no salariales?
-Cuando hablamos de costo laboral no salarial no estamos hablando del ingreso o lo que percibe un trabajador. No creemos que ahí radique el inconveniente, sino básicamente todo lo que es aportes y contribuciones del empleador y del empleado, costos de ausentismo, costos indemnizatorios.
Son todos componentes que hacen a la diferencia entre el costo en el que incurre una empresa para registrar un empleo y el que percibe un trabajador. Cuando uno compara con los países de la región, nuestro nivel de costos está muy por encima del promedio regional, siendo esto un desincentivo para la registración de puestos de trabajo.
-¿Qué mejoras pueden aportar los cambios impulsados por la Ley Bases?
-La Ley Bases está yendo en la dirección correcta. Hay varias iniciativas que creemos intentarán darle más dinamismo al mercado laboral. Desde IDEA venimos trabajando y proponiendo varias mejoras al marco regulatorio en los últimos años que fueron presentadas en el Coloquio anterior.
La primera tenía que ver con modificar el esquema de multas para juicios laborales, que eso fue en la Ley Bases efectivamente incluido y han sido eliminadas. Y respecto de incentivos para las contrataciones formales propusimos también la extensión del período de prueba. Esto fue incluido en la Ley Bases y se extendió de 3 a 6 meses o inclusive puede ser prorrogado hasta un año en determinadas condiciones.
También en su momento propusimos, ante la emergencia económica, algún un régimen simplificado de aportes y contribuciones y en este sentido vemos interesante que el Gobierno haya creado un régimen simplificado para para pymes, para empresas que tienen hasta 12 empleados, con algún pago único por todo concepto en la registración y también la figura del emprendimiento, donde varios trabajadores independientes, hasta cuatro, pueden trabajar juntos sin que eso se considere una relación laboral.
Seguramente estas iniciativas sean buenas para empezar a darle más dinamismo al mercado de trabajo. Será clave la reglamentación para ver cómo eso se puede ejecutar y si efectivamente puede producir los efectos que buscamos.
-¿Qué cambios cree que aún faltan?
-La Ley Bases va en la dirección correcta y todavía hay espacio para seguir mejorando el marco regulatorio. Hay propuestas que hemos trabajado desde IDEA y acercado, por ejemplo, en el Coloquio anterior. Una de ellas es el esquema de capitalización de intereses ante juicios laborales, algo que finalmente no ha quedado en la última versión de la Ley Bases; también el cese de la ultraactividad en los convenios colectivos de trabajo y la declaración de acciones prohibidas como medidas de acción sindical.
Si bien vimos como un buen avance la figura de injuria laboral grave para poder considerar como justa causa el despido ante acciones de violencia, acciones de coerción de libertades en tomas o bloqueos. Declaración de acciones prohibidas también es un elemento que ha quedado afuera y que podría reducir la conflictividad sindical.
Y por último, hablábamos de los costos laborales no salariales más altos de la región. Creemos que debemos seguir trabajando, debemos seguir impulsando cambios que permitan ir reduciendo estos costos laborales para, de alguna manera, ir reduciendo los desincentivos a la registración del empleo privado.
-¿Qué brecha existe hoy entre la demanda y oferta de empleo?
-Si consideramos que en general ha habido cierto deterioro en la educación superior, estamos viendo que se han ido reduciendo los ingresos y los egresos en las universidades. Si uno compara el porcentaje de ingreso a las universidades como porcentaje de los egresados de nivel secundario y el porcentaje de graduados como porcentaje de los estudiantes universitarios, en ambos casos, estamos en los niveles inferiores en los rankings, cuando uno compara con países de la región.
Eso no es una buena señal en términos de formación de capacidades, de entrenamiento. A través de políticas públicas es algo que hay que revertir, pero las empresas también podemos hacer mucho desde la formación y también impulsar una mayor cultura de innovación que permita de alguna manera, o que impulse, a la formación continua de nuestra gente.
En términos de las últimas medidas del Gobierno, la extensión del período de prueba es algo que también puede ser positivo para facilitar ingresantes al mercado laboral e impulsar la formación de nuestros jóvenes, que es la situación quizás más compleja en términos de desempleo, en términos de estancamiento de creación de empleo. Ahí es donde podemos seguir trabajando y poner mucho foco para que nuestros jóvenes realmente tengan una mejor formación y un mejor ingreso al mercado laboral.
-¿Qué impacto tendrá en los próximos años la IA en la demanda de talento y en la generación de empleos de calidad?
-El mercado laboral en el mundo -y la Argentina no está ajena a eso- está cambiando aceleradamente y esto interpela a las compañías y a las capacidades demandadas y que se demandarán en el futuro en las empresas. Si uno considera la tendencia que estamos teniendo en términos de formación y que esta demanda se va modificando, hay capacidades que tomarán mayor preponderancia como el pensamiento analítico y la inteligencia emocional.
Hay ciertas competencias que están tomando cada vez más importancia y debemos enfocarnos, tanto desde las políticas públicas como desde las empresas, en poder generar ese entrenamiento y esa formación de capacidades para que no haya gaps entre demanda y oferta de trabajo.
